La arquitectura de un hotel debe estar en manos de un grupo de profesionales que comprenda las necesidades de este tipo de construcciones y la función comunicacional que desempeña este aspecto con la persona que busca un lugar para pasar sus vacaciones. Esta comunicación comienza por la fachada de un hotel, la primera impresión que el lugar causa en quien lo ve, viajeros, vacacionistas e incluso personas que viven por sus inmediaciones.
La fachada de un hotel debe expresar el espíritu del mismo, su nivel de modernidad, la cultura del lugar o su grado de globalización. La arquitectura del hotel indica al vacacionista la calidad del servicio: no es muy difícil adivinar la cantidad de estrellas de un hotel simplemente comparando las fachadas y demás aspectos arquitectónicos de un hotel y quien va de vacaciones lo sabe.
El interior del hotel, tanto su estructura como su decoración, no puede ser independiente al estilo de su exterior. El vacacionista percibe la unidad entre ambos elementos. Existe hoy una mezcla entre de lo clásico y lo moderno con lo cual se consigue algo muy importante para los hoteles actuales: la identidad, aquella que atraerá a vacacionistas y viajeros a elegir finalmente entre una de las miles de opciones disponibles.
La arquitectura de un hotel debe acompañar no solo el estilo de su servicio, sino también las funciones en que se especializa. El tamaño y número de habitaciones, lugares para conferencias y instalaciones de ocio como piscinas y spa deben estar previstos en la arquitectura, que también debe estar pendiente de las normas de seguridad específica para hoteles. El lujo del diseño y la calidad mínima de los materiales utilizados en su construcción están pautados por normas específicas según se trate de un hotel económico, de categoría media, ejecutivo o de gran lujo.